Es evidente que uno de los pilares en los que una empresa y un profesional deben invertir es en la capacitación técnica y en el desarrollo de habilidades y aptitudes de su equipo humano. Quien no crea en esto que no siga leyendo. Esta evidente necesidad, como todas las operativas de una organización, puede tender a no tener resultados reales y tangibles en una empresa sino se evalúa correctamente el retorno de la inversión de la acción de formación en el propio corazón de la empresa que necesita por ejemplo capacitar a sus trabajadores.
Los resultados de una formación no siempre están relacionados en que los empleados hayan adquirido esos conocimientos técnicos deseados, sino que pueden ir relacionados con acciones para fomentar el clima laboral o acciones en una estrategia del cambio. En cualquier caso, resulta completamente imprescindible medir si las acciones han conseguido los resultados esperados. EL ROI (Return of investment), por tanto, puede no resultar una fórmula matemática que divida ingresos y gastos sino un simple check-list orientado a la evaluación de la estrategia y la medición de los resultados.
Los métodos utilizados para evaluar la idoneidad de las formaciones suelen ser formularios en papel o aplicaciones on-line mediante preguntas que se hacen al propio alumno. Estos instrumentos empiezan a resultar caducos y en cierta completamente inútiles. En especial algunos métodos como el modelo de Kirkpatrick pueden estar completamente fuera de órbita, ya que la manera de aprender ha cambiado, lo ha hecho el entorno y lo ha hecho la manera de gestionar la información que nos rodea ha evolucionado, y es más que posible que los departamentos de formación aún no hayan podido vencer esta brecha digital.
En mi opinión, en la sociedad de la conversación en la que estamos, un paso por delante de la sociedad de la información, es necesario implementar estrategias de comunicación entre docentes-alumnos y responsables de la estrategia formativa, una comunicación 2.0 entre todas las partes implicadas para de estar manera poder disponer de indicadores que midan con certeza si la formación ha alcanzado los objetivos que se habían definido para ella, ya que muchos de éstos se tarda tiempo en medir si han sido eficaces. Es decir, que es necesario crear una comunicacion post-curso con el alumno para averiguar el resultado de la estrategia.
¿Y qué escuela de formación hace este tipo de acciones?. La verdad es que pocas o ninguna. Normalmente asociado a un tema de costes este tipo de acciones a medio plazo no se suelen realizar y por ello se pierde un valor importante para poder medir la efectividad de la formación. Aquí el papel de la tecnología, de las herramientas 2.0, de las aplicaciones colaborativas y la necesaria capacitación técnica en el docente para aprovechar al máximo estas herramientas es fundamental.
Y conversando sobre cómo proteger el conocimiento lamento no poder publicar aquí el resultado de la exposición final que elaboramos con mis compañeros. Tenemos que aplicarnos a nosotros mismo el propio concepto de la seguridad de la información, que también es aplicable al activo del conocimiento humano.
Este es una de las conclusiones personales que he tomado en el excelente curso de BSI, Train the trainer, en el que he tenido el gusto de participar en Madrid en septiembre de 2012.